3 de febrero de 2015

10 COSAS QUE DEBÍ SABER ANTES DE SER MAMÁ


1.- No sabía que mi cuerpo parecería una gelatina. Yo sabía que quedaría con unos kilos de más, pero esta panza que me cuelga ya tiene vida propia. La toco de un lado y se mueve como gelatina del otro. Mis lonjas post parto se mueven sin coordinación cuando yo camino o hago cualquier movimiento, y encima se rehusan a ser controladas con una faja. Es cierto que me he pasado los últimos 6 años subiendo y bajando de peso, pero jamás pensé quedar con estos pellejos colgando por todos lados. Jamás.

2.- No sabía que me pelearía con la comida. No tenía idea que desde el primer día post parto aprendería a comer parada, a comer frío, a comer a deshoras, a comer por partes o simplemente me olvidaría de comer. Yo, la amante de la comida, ahora no tengo ni tiempo para comer, y si lo encuentro, tampoco como porque me siento una ballena. Es una contradicción, una pelea constante con el plato.

3.- No sabía que la lactancia sería tan difícil. Pensé que sería innato, que fluiría natural para mí. Me equivoqué. Toda la primera semana sufrí para encajar a mi bebé en el seno, probé todas las posiciones y al 5to día la "posición de balón" fue la que mejor se acomodó a nosotras. Sí, lo logramos, pero fue después de cinco días de llantos incontrolables y de malabares con mi espalda. La "bajada de leche" también fue espantosa ya que cada primera succión de mi bebé me adormecía de dolor por toda la zona desde los senos hasta las axilas. Encima de todo esto tenía la espalda a milímetros de ser fracturada por quedarme inmóvil para que mi hija se alimentara por 30 minutos en cada seno. Una hora en total por cada toma. Diez tomas diarias. Diez horas en total al día. Casi la mitad de un día entero.

4.- No sabía que mi nuevo perfume sería el de olor a leche cortada. Por más que me protejo con una tela grande cuando hago eructar a mi bebé, por más que la limpio con cada toma, por más que me baño minuciosamente y me pongo perfume; siempre termino apestando a vómito. Siempre, siempre, siempre. Es mi nuevo olor y mi distintivo. Parece ser una maldición que el destino nos pone a todas las mamás para que nos reconozcamos en la calle, ¿verdad?

5.- No sabía que no podría volver a llevar el pelo suelto. Mi abundante cabellera hasta la cintura (que no sufrió de ningún tipo de caída en el post parto) no puede ser lucida para el resto de la humanidad porque ahora tiene que mantenerse atada en un moño, una cola o una trenza. Nunca pensé que sería un obstáculo para alzar a mi bebé, para alimentarla, para bañarla, para cambiarla y mucho menos que mi hija nacería con una fijación por dejar a su madre calva. Así que ahora me lo amarro y sólo me lo suelto cuando voy a trabajar (dos veces por semana). 

6.- No sabía que aprendería a usar una sola mano. Un brazo para cargar a mi bebé y el otro libre para tomar desayuno, para lavarme los dientes, para escribir en la computadora, para usar el celular, para ordenar la casa y hasta para tender la cama. Una maestra de una sola mano me he convertido. 

7.- No sabía que existía el modo zombie. Estuve en modo automático por un mes entero. No sabía si era de día, si era de noche, si comí, si no comí, cuándo fue la última vez que me bañé, si mi pijama estaba sucio o si había saludado ese día a mi novio. No sabía nada. Estaba en automático, como un zombie; y hasta la fecha no recuerdo muchas cosas de ese mes. Estaba anestesiada de cansancio y no pensé jamás que existiera ese nivel de agotamiento extremo.  

8.- No sabía que odiaría tanto a las visitas. Sobretodo esas visitas que llegan a despertar al bebé y  te abandonan cuando se pone insoportable en llanto. Esas que te hablan de cualquier cosa y ni te preguntan cómo estás realmente. Esas que van a tu casa para criticarte y para ver lo jodida que estás, en vez de ir para orientarte y ayudarte. Pero sobre todo, no sabía que odiaría con todas mis fuerzas a esas visitas que se plantan en tu casa por horas hasta el anochecer sin entender que los padres están a punto del colapso y que necesitan descansar. 

9.- No sabía que mi bebé mandaría mi vida. Un humanito que no sabe ni hablar decide si yo como, si yo voy al baño, si ese día me baño, si voy a trabajar, si salgo con mis amigas, si duermo con mi novio o si duermo en general.

10.- No sabía que le tendría miedo a mi bebé. Miedo a que sufra de gases, a que se despierte, a que no vuelva a dormir, a que no coma, a que se escalde. Miedo a su llanto en la noche, miedo a su llanto en la calle, miedo a que no pare de llorar, miedo a que yo no sepa calmarla, miedo a las críticas de los demás. Miedo extremo porque deje de respirar, terror porque se ahogue, pavor porque se enfríe, horror porque se enferme. Un miedo incontrolable, incesante y abrumador, no me lo imaginé.  Nada de esto me imaginé.



3 comentarios:

Gracias por comentar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...