10 de mayo de 2015

MI EXPERIENCIA CON LA CESÁREA


Escribo esta publicación porque recuerdo haber buscado información detallada sobre cesáreas semanas antes de tener la mía y sin haber encontrado absolutamente nada al respecto. No sabía en cuánto tiempo se me adormecerían las piernas por la anestesia, en cuánto tiempo volvería a sentirlas, cuánto demoraría la operación, qué pasaría ese día en la tarde, cómo sería el dolor, cómo amanecería al día siguiente... nada, no encontraba nada.
Así que escribo esta publicación para ustedes que están a punto de dar a luz, para aliviarles el esfuerzo y para que estén más tranquilas en ese día. 

DÍA PREVIO
El día anterior a la cesárea fue un día de angustia, mariposas en el estómago y con un corazón que se aceleraba cada vez que recordaba que por fin tendría a mi nena en brazos. Mi última comida fue a las 6pm, ya que debía estar en ayunas para la operación. Nada de comida y nada de agua hasta el día siguiente. 


DÍA 1
Traje de astronauta.
Nuestra cesárea fue programada para las 8.30 de la mañana, así que llegamos a la clínica a las 6 de la mañana para hacer el trámite de ingreso, el registro de datos y para que le hicieran el monitoreo brevio del corazón de mi bebé. Me pusieron la bata, el catéter en el brazo para administrar las medicinas y me subieron a la sala de maternidad. Mientras tanto mi novio regularizaba otros papeles, dejaba la maleta en la habitación y sacaba la ropita que le pondríamos a nuestra bebita. Nos encontramos arriba en la sala de maternidad mientras monitoreaban el corazón de la bebé, firmamos varios papeles y él se puso su traje de astronauta para entrar a la sala de partos.

Por fin llegó el anestesiólogo y fue hora de entrar a la sala de operaciones. En ese momento mi novio y yo nos dimos un beso, nos tomamos unas fotos y nos dijimos "te veo a la salida". En la clínica donde di a luz, el esposo está permitido de entrar a la sala de partos pero no al lado de la esposa (como se ve en las películas), sino en un lugar estratégico donde pueda ver el espectáculo pero sin obstaculizar la operación. Esto se debe a que muchos papás en pleno parto se habían descompensado en el pasado o hasta desmayado al lado de la mujer embarazada y la situación se había complicado. Es por eso que desde entonces la clínica tomó esa medida, pero honestamente a nosotros no nos importó. Sólo queríamos verla nacer. Me subieron a la camilla y me trasladaron a una sala de operaciones más tétrica que cualquier película de terror que haya visto en mi vida (los hospitales y clínicas necesitan ponerle más color y más calidez a esas salas, por favor jajajaja). Ni bien entré vi a seis personas vestidas con batas, botas, mandiles, gorros, mascarillas y con las manos con guantes elevadas y flexionadas hacia arriba. Los miré con terror y caí en la realidad que pronto me abrirían el cuerpo para sacar a mi humanita de adentro. Me puse nerviosa.

Procedimiento de anestesia
Se acercó la anestesióloga y la obstetra que nos hizo las clases de psicoprofilaxis, y me indicaron lo que tenía que hacer para recibir la anestesia. Pues resulta que sentada debía de agacharme e intentar poner mi barbilla contra mis senos, ¿pero cómo hacer eso si tenía una tremenda barriga que con las justas me permitía cerrar las piernas? Bah!, hice lo que pude y de pronto sentí un pinchazo seguido de un ardor espantoso. Era la anestesia que entraba a mi columna. Luego el segundo, el tercer y el cuarto pinchazo. Para este último ya no sentí nada y no sé si habrán seguido hincándome la espalda con más agujas porque no sentía absolutamente nada. Lo único que sé es que me dijeron: "ahora intenta pasarte a esta otra camilla", y y en ese momento yo no podía ni mover mis piernas (ni siquiera un milímetro). Así que tuvieron los seis enfermeros que mencioné en un inicio, pasarme a la otra camilla como si yo fuera una gelatina. Me echaron y la obstetra a mi lado me daba seguridad, me hablaba, me preguntaba cosas, recordábamos las clases de psicoprofilaxis, etc.

Luz de autopsia alienígena
De pronto miro al techo y uno de los enfermeros mueve sobre mi cabeza una lámpara de luz redonda digna de una autopsia alienígena. Y hablo de esas lámparas redondas gigantes que tienen dos asas a los costados y que se mueven con las dos manos. Me cayó la luz en la cara y ahí sí que me puse nerviosa. Un segundo después llegó mi ginecólogo y por fin me tranquilicé. Me conversó un ratito, bromeamos otro ratito y me explicó nuevamente lo que sucedería. 
Entonces me pusieron una manta vertical que colgaba desde mis senos hacia arriba (para que yo no pudiera viera la carnicería) y todos  se pusieron manos a la obra. Lo único que sé es que segundos más tarde me preguntaron: ¿te dolió?. Y yo lo único que sentí fue olor a quemado. Guácala! sí! era mi piel que ya estaban cortando con láser. Le dije entonces al ginecólogo que no sentí nada pero que apestaba a burro jajaja. Todos se rieron. Le hice recuerdo que no se fuera a olvidar de llamar a mi novio cuando naciera la bebita y que si pudiera me ligara las trompas de falopio porque estaba segura que no quería volver a pasar por eso nunca más. Se rieron otra vez (pero yo hablaba en serio). 

En todo este proceso desde que entré a sala hubo solamente dos momentos de dolor que duraron 10 segundos cada uno: 1) los primeros pinchazos de la anestesia, y 2) "cuando empujan al bebé hacia el canal de parto". Este último procedimiento dura 10 segundos pero sí es bastante doloroso. Empujan literalmente al bebé hacia abajo y lo encajan para que salga con más facilidad por el corte. Me quejé del dolor y en pocos segundos ya estaba mi hija lista para salir al mundo.
La anestesióloga a cada rato se acercaba a preguntarme cómo me sentía, mientras que la obstetra a mi lado me cogía la mano. ¡ Para ese entonces recién habían pasado 15 minutos desde que empezaron el procedimiento! ¡ Todo sucede rapidísimo! Luego escuché al ginecólogo decir: ¡que pase el marido, rápido, háganlo pasar!. Escuché la puerta y supe en ese momento, aunque no nos vimos cara a cara, que estábamos conectados y apoyándonos  uno al otro. La obstetra me dijo: "ya nació" y no escuché ningún ruido, ningún llanto, nada. Les pregunté: "¿por qué no llora?" y ellos me dijeron: "tienes que esperar  un ratito". Esperé y entonces lloró.  En ese rato no sentí ninguna emoción, yo sólo quería verla y estar segura que estaba bien. Terminaron de limpiarla en segundos y me la pusieron al lado. 

Les digo honestamente que en ese momento la vi aún morada, sucia, llorona, con frío, pero para mí se veía perfecta. La besé y le dije: "qué hermosa eres hijita" y dejó de llorar en ese segundo. Yo lo interpreté como que me reconoció y supo que yo era esa voz que había ella escuchado durante casi 40 semanas.  Se la llevaron y empecé a llorar como condenada. Me emocioné muchísimo. Estaba muy emocionada.
Hasta ahora hay dos momentos de mi vida que yo sé que jamás borraré de mi memoria: 1) la primera vez que escuchamos su corazón en la primera ecografía, y 2) la primera vez que la vi en el parto.
Es algo indescriptible que va por encima de cualquier emoción que podría yo haber sentido en mi vida. Una vez leí que solamente hay una cosa que supere el nacimiento de un hijo, y es que tu hijo vuelva a nacer (lo dijo una señora que su hijo había estado en coma y al borde de la muerte). Yo nunca lo entendí con tal profundidad como lo hice en ese momento, como lo hago ahora. 

El procedimiento de la aplicación de la anestesia duró 5 minutos. El corte y el nacimiento 15 minutos. Coserme  20 minutos. Todo es rapidísimo.

Se la llevaron entonces y supe que mi novio estaría con ella todo el tiempo. Me cuenta él que la limpiaron, le hicieron el procedimiento de rutina, la vacunaron y se la llevaron a la incubadora mientras que a mí me volvían a armar. Mientras me armaban (me cosían), se me bajó la presión y me dieron unas ganas increíbles de vomitar. Pedí un recipiente  e intenté vomitar, pero obvio que no salió nada porque no había agua ni comida en mi estómago desde el día anterior. Ahí entendí la importancia del ayuno. ¿Qué hubiera pasado si hubiese comido algo?, ¡ me hubiera atorado!, ¡ no hubiera podido ni sentarme para respirar mejor porque mi columna estaba anestesiada! La anestesióloga me inyectó algo a la vena y desde ahí recuerdo muy poco. 
Recuerdo tres flashes: 1) a mi amigo (que es doctor) en la sala de partos con los pulgares arriba diciéndome que todo estaba bien, 2) el techo del pasadizo cuando ya me estaban llevando a la sala de recuperación, y 3) a mi novio besándome.  Dormí (según yo diez horas seguidas, pero en realidad fueron dos) y me subieron a mi habitación. Triste fue mi sorpresa de no ver a mi bebita ahí. Ella seguía en la incubadora y no me la subieron hasta 10 horas después. Había sido que su nivel de oxigenación no era el mejor y el pediatra decidió dejarla en la incubadora para que se estabilice. Durante toda esa tarde mandé a mi novio a la sala neonatal unas 5 veces para que viera cómo estaba y para que me subiera videos y fotos de ella. Fue muy triste y desolador estar en esa habitación solos los dos, sin ella.

Mi operación empezó a las 8 am, mi hija nació a las 8.20 am, terminaron de coserme hasta las 8.45 am, estuve en sala de recuperación hasta las 10.45 am y para las 11 am ya estaba en mi habitación. 

Llegamos a la habitación y yo estaba totalmente inmovilizada, no podía hablar (porque decían que podrían llenarme de gases) y tenía calambres en todo el cuerpo. Pero muchachas, no hablo de unos simples calambres que te escarapelan el cuerpo; sino de una tembladera profusa y violenta. Mi cuerpo se movía sin control y literalmente parecía una persona con el mal de Parkinson. Esto duró casi 3 horas y lo único que pudieron hacer por mí fue taparme con muchas mantas para que pudiera descansar.

Durante la tarde yo aún no sentía mis piernas y tuvieron que pasar 8 horas para que por fin pudiera tener algo de sensibilidad.
Pero tengo que decirles que lo más doloroso estaba aún por venir. Las enfermeras se acercaban cada hora a preguntarme "si tenía ganas de orinar o si sentía la vejiga llena", pero ¿cómo sentiría tal cosa si tenía el cuerpo adormecido de la cintura para abajo?. En la tarde me dijeron que debía miccionar y que "levante las piernas" para que me metieran el recipiente para la orina. JA- JA- JA- JA. Me reí. ¡ No podía mover ni un milímetro las piernas! En fin, tenía que evacuar y entre las enfermeras y mi novio logramos introducir ese recipiente para que yo, echada en la camilla, pudiera evacuar mi vejiga. No les miento, yo lloré de dolor en cada segundo que pasaba. Es muy doloroso porque se mueve cada punto y cada músculo operado. No me pusieron sonda porque yo tengo (y he sido operada) de un problema uretral, así que era mejor no correrse riesgos. 

Pasaron las horas y llegó el momento de las contracciones. El útero tiene que limpiarse y, a través de las contracciones, elimina todo lo naturalmente quedó dentro. Muchas personas no saben esto y piensan que la cesárea es indolora y placentera; pero no es así. Si bien es cierto, yo aún tenía el efecto de la anestesia en la columna y me habían inyectado a la vena un analgésico potente, pero SENTÍA QUE ME DESMAYABA DE DOLOR. Mi ginecólogo me dijo después que ese "dolorcito" era "solamente" un dolor equivalente a 8 centímetros de dilatación. Bah! "solamente" un "dolorcito" de 8 centímetros de dilatación!. 

Foto real de mi bebita vestida de celeste.
Dieron las 6pm y de pronto una enfermera se aparece arrastrando una cuna diminuta con un globo rosado pegado a ella. ¡ Era mi bebita! y tal como lo habíamos presentido, todo el mundo se dedicó a verla y tomarse fotos con ella; mientras yo estaba en la camilla esperando a poder conocerla y cargarla. No fue lo que yo esperé. Yo quería que fuera MI momento, el momento de los tres, un momento de conexión, de amor entre los tres, de lágrimas y de emoción. 
Mi tribu de 8 personas (mi mamá, mi papá, mis hermanos, mi abuela, mis tíos) detectaron después de un buen rato mi rayo láser visual que los eliminaba de mi vista para mandarlos a la $*%&! y entendieron que era hora de irse. Se fueron y por fin pude ver a mi bebita. Era hermosa y se le veía aún más hermosa con ese traje celeste que le pusimos (si supieran todo lo que nos criticaron por vestirla de ese color...! jajaja).  La de la foto de la derecha es ella. 

Ese día intenté amamantarla (qué difícil fue Dios mío!) y le di el calostro durante todos esos días. Aún así las enfermeras venían a nuestra habitación cada dos horas a alimentarla con fórmula y a cambiarle el pañal por nosotros. Nos enseñaron esos tres días a cuidarla, a bañarla, a alimentarla, a hacerla eructar, a vestirla, etc. Éramos los reyes con corona. El sangrado en este primer día fue abundante. Tan abundante que tuve que usar pañales postparto y cada vez que me los cambiaban, salían empapados y hasta con coágulos. Ese primer día me dieron comida ligera, dieta blanda y mi novio tuvo que darme de comer a la boca porque yo no podía ni sentarme por mi propia cuenta en la cama.  
La verdad es que ese primer día me resultó muy incómodo porque no tenía movilidad de mi cuerpo al 100%. Sentía que no me valía por mí misma y que no podía cuidar bien a mi bebé.  Dependía de los demás para todo. 

Practipañal Plenitud Postparto.
DÍA 2
Al segundo día hice absolutamente todo mi esfuerzo para poder sentarme en la cama (y no estoy hablando de pararme y caminar, sino de sentarme en la cama solamente) y lloré peor que recién nacida. El dolor es uno de los más agudos que he sentido en mi vida y espero no volver a sentirlo nunca más. Me senté con ayuda de mi novio y pude por fin cargar a mi bebita con toda tranquilidad. Ese mismo día en la noche hice mi segundo esfuerzo del día y logré pararme y dar algunos pasos por mi cuenta.  No podía ni reirme, ni llorar, ni estornudar porque el dolor es tan profundo que sentía literalmente que los puntos se me abrían en la piel. El sangrado para este día ya había disminuído a la mitad pero seguía usando pañales por precaución. Para este momento la lactancia resultaba más fácil porque ya podía sentarme por mi cuenta en la cama y, con la ayuda de mi súper almodaha de lactancia, la experiencia no fue tan traumática, ni tan dolorosa como se podrán imaginar. El hecho de tener a las enfermeras las 24 horas del día para asistir a mi bebita y tener a mi novio para que me asista a mí, hizo realmente la diferencia. Yo aún me sentía inútil, lenta y dependiente.
La alimentación para este segundo día ya es normal y no se necesita tener mayores cuidados adicionales.


DÍA 3
Al tercer día yo ya estaba parada y caminando con mucha facilidad. Ese día pude ducharme (casi) sola y mi novio sólo tuvo que pasarme la esponja en las piernas. El resto lo hice yo sola sin ningún problema y hasta me maquillé minuciosamente para salir digna y elegante de la clínica. Durante la operación me pusieron un parche impermeable en el corte que no podría quitarme hasta después de 15 días de haber cicatrizado la herida. Es por eso que pude ducharme con normalidad y ponerme cualquier ropa que quisiera. No tuve en ningún momento que regresar a la clínica para que me limpiaran la herida, ni tampoco tuve que lavarme en casa esa zona porque estaba protegida por ese parche especial que les comento. Fue una gran ayuda, a decir verdad. El sangrado para este día ya era mínimo y pude usar una toalla higiénica normal sin presentar ningún derrame desafortunado. 
Ambos doctores nos dieron de alta, el ginecólogo y el pediatra, con las indicaciones del caso: medicinas para el dolor y consejos básicos. 

Si yo hubiera podido dar a luz naturalmente, lo hubiera hecho. Yo tengo una operación previa de las vías urinarias que habría hecho difícil la dilatación y mi bebé hubiese corrido mucho riesgo, es por ello que se decidió por una cesárea. La operación es tétrica, la recuperación es lenta y muy dolorosa.
Pronto subiré otra publicación contándoles a detalle cómo fue mi recuperación.

Tip adicional:
Nosotros no le dijimos a casi nadie que daríamos a luz y pedimos a los pocos que sabían que no nos fueran a visitar. Nuestras familias sí lo hicieron, aunque les pedimos que no fueran el primer día, y la verdad es que fue muy incómodo para mí porque yo estaba muy indispuesta, dormía mucho por la anestesia, no podía hablar, no podía moverme, lucía peor que un maldito muerto viviente y estaba con la cabeza en otro mundo pensando en mi bebé que no tenía en brazos. Nuestras dos tribus (entre la familia de mi novio y la mía) juntaron 15 personas en la habitación cuando sólo entraban 8! Pero lo peor de todo, como ya les conté arriba, es que cuando por fin me trajeron a mi bebé, no respetaron nuestro momento y tuve que esperar a que ELLOS la conocieran primero. Eso es lo único de lo que me arrepiento. 


Fuera de eso, todo fue genial y fue un parto como lo imaginamos.
Espero haber sido lo más minuciosa posible y pueda haberlas ayudado en sus dudas. 
¡Suerte en sus cesáreas!

4 comentarios:

  1. Yo debo ser un fenomeno, porque mi hijo nació por cesárea no programada, a las 12 y 8 min de la medianoche y a las 7:30 de la mañana, de ese mismo día, yo me levanté sola, sin ayuda y me bañé, incluyendo el cabello. Olía a liquido anmiótico porque había roto fuentes sorpresivamente. No tuve dolor alguno, evité hablar para no llenarme de gases y no supe lo que es el reacomodo, calambres (aqui los llamamos entuertos). Empecé el trabajo de parto a las 7 de la noche del jueves y salí de la clínica el sábado a las 11 am. No entiendo tantos punchazos de anestesia, a mi me pincharon una vez y mi cuerpo estaba dormido hasta los senos. Y si fue más o menos el mismo tiempo en quirofano.Para mi lo mejor es la cesárea. Sufre menos la madre y sufre menos el bebe.

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    1. Qué suerte la tuya! Te levantaste y caminaste en cuestión de horas! Yo estuve como paralítica por 8 horas y después de eso sentía que la piel se me abría a cada movimiento. Aún así hice mis esfuerzos, ¡qué suerte que no te pasó nada de eso! Parece que lo que me pusieron a mí no fue una epidural, sino otro tipo de anestesia porque no me dejaron ningún cateter en la espalda y porque solamente tenía adormecido el cuerpo del ombligo para abajo. Es por ello que sentí cuando empujaron a mi bebé hacia abajo y me dolió como los mil demonios jejjee.

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  2. cada cuerpo es distinto. yo entre a pabellón a las 4:30 pm. no senti dolor alguno. el pinchazo fue mínimo y al momento de sacar a mi bebe sólo sentí un empujón. nada de calambres ni espasmos. estuve en sala de recuperación aprox. dos horas y de ahi a conocer a mi beba ya con todo mi cuerpo vuelta a la realidad... esa noche y al día siguiente la vi negra por el dolor de la operación. pero me dije a mi misma que eso no me podía ganar y me levante al día siguiente de la cesarea muy temprano a ducharme sola... al tercer día ya estaba en casa y mi movilidad era mucho mejor...

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    1. Qué genial! Una buena recuperación. Ese empujón que dices que sentiste, yo lo sentí como dolor (de 15 segundos) pero igual dolió. Hay que tener mucha determinación y mucha fuerza de voluntad para la recuperación porque como dices, no nos puede ganar. Yo la vi negra el día de la operación y todo el día siguiente, pero tengo que reconocer que al tercer día estaba como si nada. Cada cuerpo es diferente, tienes razón. Gracias por comentar.

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