Como mis amigas de la infancia han tenido “el placer” de soportar mi drama desde que éramos pequeñas, sabían que yo tendría muchas restricciones y que no me sentiría feliz con la organización de un baby shower tradicional. Así que antes de cualquier problema yo preferí adelantarme para recordarles algunas cosillas de importancia:
- No quería que me hicieran un baby shower sorpresa. No quería que me sorprendieran con unas ojeras hasta el cuello y una cabellera con nudos, mas bien yo quería ponerme linda ese día y darme tiempo para estar fresca y descansada.
- No invitaría a gente por simple compromiso. Quería sentirme cómoda con la gente a mi alrededor para poder ser yo misma, hablar groserías, comer como cerda, reírme con la boca abierta y llorar si se me daba la gana. No quería guardar compostura.
- No quería invitar a gente que no veía hace más de un año, gente que desconociera que yo estaba embarazada o gente que no haya participado activamente de mi embarazo.
- No quería que hicieran juegos humillantes, que nos ridiculizaran, que nos hicieran pasar un mal rato o peor aún, que tomaran al papá de punto para emborracharlo (en mi ciudad es muy común hacer eso) (ver anexo A).
- No incluiría en la lista de regalos cosas costosas, artículos grandes, marcas exclusivas o difíciles de conseguir.
- Mi novio estaría incluido en todo el proceso y la fiesta sería para él también (ver anexo B).
- Y por último sería un baby shower mixto, no de mujeres únicamente.