Si bien es cierto, no me salió ni una estría en la barriga, en los senos o en las caderas; sí me salieron unas estrías horrorosas atrás de las rodillas. Sí, leyeron bien, atrás de las rodillas. No entiendo qué pasó. Esa parte del cuerpo ciertamente no se hincha, no crece, no se estira; pero aún así me salieron unas estrías que cuando las vi me puse a llorar. Ya ya ya, seguro piensan que soy una exagerada, pero es cierto, me puse a llorar. Todo mi esfuerzo de echarme cremas 5 veces al día había fracasado porque me olvidé de echarme la crema en esas partes extrañas. Seguro se me resecó la piel y por eso me salieron las estrías, no lo sé. Lo cierto es que no sentí nada, ni picazón, ni dolor, ni hormiguitas, ni nada. Aparecieron así de la nada.
Me cuentan mis amigas que en sus últimas semanas de embarazo es cuando sintieron en carne propia el sufrimiento de su piel. Me describieron a detalle cómo sentían que se les rompía la piel y lo incontrolable que era soportar la picazón. Una de ellas incluso me contó que se rascaba con cualquier cosa que encontraba a la mano, incluidos tenedores y peines! Una verdadera historia de terror, honestamente.